Thursday, July 22, 2010

Santos & Pecadores

El Apóstol Pablo constantemente se refiere a aquellos que creen en Cristo como “santos” (Efesios 1:1; Filipenses 1:1), eso es lo que somos delante de Dios, santos. Al mismo tiempo Pablo nos llama “pecadores” (Romanos 5:8), de hecho él se llama a si mismo pecador (1 Timoteo 1:15-16). Sabemos que aunque ahora somos nuevas criaturas en Cristo, todavía pecamos todos los días, múltiples veces al día. Así que sabemos que eso es lo que somos también, pecadores. No es eso asombroso? La manera en como estás dos palabras basicamente definen quienes somos, y sin embargo son palabras tan diferentes; “santidad” y “pecaminosidad” son completamente opuestas, y sin embargo, así nos llama la Biblia, ambas cosas, santos y pecadores. Como es esto posible?


La Biblia dice que todos fuimos destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), por nuestra pecaminosa y malvada naturaleza. De manera que todos merecemos la muerte y la condenación, todos merecemos estar separados de Dios por toda la eternidad. Sin embargo, la Biblia también dice que somos “justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe” (Romanos 3:24-25). Algo increiblemente asombroso nos pasó a los pecadores que hemos creido el día que Cristo dió Su vida en aquella cruz; fuimos reconciliados con Dios y un nuevo nombre nos fue otorgado por gracia, somos llamados santos. Somos llamados santos no por las buenas obras que ahora hacemos como creyentes, ni por nuestras mejorías con respecto a nuestra conducta, tampoco por nuestra búsqueda de integridad, santidad y conocimiento de Dios, cuando tal búsqueda la mayoría de las veces viene de nuestra pecaminosa auto-rectitud y orgullosos corazones que aún quieren hacer cosas para tener a Dios a nuestro favor. Nuestra rectitud y santidad delante de Dios vienen unicamente de la obra de gracia de Cristo. Debido a Su sacrificio perfecto y sin mancha en nuestro favor somos cien porciento aceptos delante del Padre. Esto no tiene nada que ver con nosotros mismos, es un milagro! Es algo que nosotros mismo no podemos producir o lograr. “Al que no conoció pecado, Dios le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos la rectitud de Dios en El” (2 Corintios 5:21). La rectitud y la santidad de Cristo nos fueron imputadas por gracia.


Debemos siempre vernos a nosotros mismos de ambas maneras, lo que somos en Cristo (santos) y lo que somos en nosotros mismos (pecadores). Esto es lo que significa cuando decimos que necesitamos en Evangelio todos los días de nuestras vidas. Aún después de ser llamados santos, no podemos ir al Padre por nuestras propias obras o por nuestras propias vidas, sino unicamente por la obra de gracia de Cristo en la cruz por nosotros.

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