Thursday, July 22, 2010

Estad Quietos y Sabed - El Será Exaltado

"Estad quietos, y sabed que Yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra!” (Salmos 46:10)



No hay duda de que nuestro Dios es todo lo que Él dice que es, y lleva a cabo todo lo que Él dice que hará. "Nuestro Dios está en los cielos, Él hace todo lo que le place" (Salmo 115:3). Matt Redman nos recuerda esta gran verdad en una de sus canciones en su último álbum "We Shall Not Be Shaken": "Él nunca cambia, Él nunca falla, Él nunca se desvanece. Él es el Dios que no rompe Sus promesas". Las preguntas para nosotros son ¿Qué dice Dios en Su Palabra para cuando estamos en aflicción o adversidades? ¿Cuál es Su principal propósito detrás de Sus promesas?


"Estad quietos y sabed que Yo soy Dios ..."



Su Palabra dice que Él proveerá para nuestras necesidades, así que creo que Él lo hará. Lo que El no dice es que proveerá todo lo que queramos. Nuestras oraciones deben ser de acuerdo a Su voluntad. "Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa de acuerdo a su voluntad Él nos oye"(1 Juan 5:14). La Biblia también nos dice por qué muchas veces no recibimos lo que pedimos: "Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres"(Santiago 4:3).


¿Qué, cuándo y cómo? Esas son preguntas cuyas respuestas normalmente no sabemos, porque pertenecen a Dios. Ahora, estas son las preguntas que siempre nos llenan de ansiedad y a veces nos pueden llevar a cuestionar los planes de Dios. En esos momentos es cuando empezamos a tratar de corregir nuestro pequeño mundo nosotros mismos. Empezamos a hacer planes, pensamos soluciones lógicas y racionales a nuestros problemas. Olvidamos que Dios no siempre trabaja por medios lógicos y racionales. De hecho, creo que la mayoría de las veces lo hace a través de medios muy inusuales, de manera que quede claro que Su mano soberana estavo allí.


Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa ama el control, queremos todas las respuestas. Nos gusta sentir que hicimos algo, y que de alguna manera tenemos algún crédito por lo que "hemos logrado". Pero pecamos contra Dios cada vez que hacemos esto, con nuestra incredulidad, con nuestra actitud auto-suficiente, y con nuestro engañoso corazón y acciones que le dicen a Dios que no le necesitamos. Desconfiamos de El; y por tanto pecamos."Y todo lo que no procede de fe, es pecado" (Romanos14:23). Olvidamos que es de esta manera que honramos a Dios - con nuestra fe. Confiando plenamente en todo lo que El hace; confiando en que todos sus planes para nosotros son mucho mejores que cualquier otra cosa que podamos desear. O mejor deberíamos decir, que confiamos en que Él es mucho mejor que cualquier otra cosa que podamos desear. La fe no es sólo algo que necesitamos inicialmente para creer en Cristo una vez, es también algo que debemos ejercer todos los días. Esa es la diferencia entre "la fe salvadora" y "la fe como fruto del Espíritu". Una vez dijo CS Lewis: "Confiar en Dios tiene que comenzar de nuevo cada día, como si nada se hubiera hecho anteriormente". Entonces, estemos quietos y sepamos que El es Dios.

Pero, con qué propósito Dios nos llama a "estar quietos", y confiar en Él?



“Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra!”



Dios me ha estado enseñando, muchas veces de la manera difícil, cuanto tengo que aprender a confiar y esperar en Él, en lugar de tratar de hacer algo para arreglar mis propios problemas o para hacerme cargo de mis necesidades por mi mismo (como si yo pudiera). Cuando Dios me ha puesto en situaciones en las que no he podido hacer nada más que confiar en El y esperar a que El mismo me rescate, he crecido en fe, y he visto la manera en como El se muestra Fiel a mí, proveyendo para mis necesidades, la mayoría de las veces lo ha hecho en formas que yo ni siquiera pensaría. Él me hace ejercitar mi fe. Con el tiempo, también me he dado cuenta de que hay algo que esas situaciones siempre han tenido en común; las cosas que han pasado sólo El pudo haberlas hecho y El se ha encargado de dejarme sin nada de que gloriarme. Después de ellas, mi adoración hacia El cambia y crece en la medida en que confío más en El, porque le veo más grande que nunca antes. Mi atención y gratitud se dirigen unicamente hacia El. Eso es exactamente lo que El quiere: "Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra”. ¡Oh, cuántas veces hemos pasado por alto esta segunda parte de este versículo. Si estamos quietos para conocer que Él es Dios, quizás no obtendremos exactamente lo que estabamos buscando, pero de una cosa debemos estar seguros - Dios será exaltado entre las las naciones, El será exaltado en la tierra. Esto debe ser nuestro deseo, que Dios sea exaltado y glorificado en nuestras propias vidas, a través de cada situación en que nos encontremos.


Él se toma toda la gloria, Él es el único que la merece. No tenemos nada más en que

gloriarnos, sino solo en el Único que es digno. En cada situación debemos apuntar hacia Cristo y hacerlo brillar a El. Debemos dirigir toda la atención, dependencia, emociones y gratitud hacia El que es fiel en todo tiempo, sólo de esa manera podremos aprender a ver Su abundante gracia y Su amor inmutable todos los días.


Entonces, en lugar de temer y huir de adversidades y aflicciones, pidámosle a Dios que

traiga a nuestras vidas continuamente situaciones que nos ayuden a sentir nuestra gran necesidad de El y a esperar en El; de manera que durante y cuando pase la tribulación sea evidente para nosotros que sólo Él nos sostiene. Así nuestra respuesta a El en adoración será genuina y gloriosa. Dios será honrado con nuestra fe, y seremos libres de nuestros temores, dudas, anciedades e incredulidad. Aprenderemos a atesorar a Cristo sobre todas las cosas terrenales que tanto amamos (educación, seguridad económica, empleos, carreras, estatus, casas, carros, ropa, etc), y Dios será exaltado en nuestras vidas.


Padre, ayudanos a estar quietos y saber que Tú eres Dios, y a atesorar a Cristo de tal

manera que Tú seas exaltado entre las naciones, y en toda la tierra, y en nuestras propias vidas.



Confiando en Dios para Su gloria,


Jonathan


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