Tuesday, August 3, 2010

La Batalla Por La “Adoración Verdadera” Parte II

Esta es la segunda parte de “La Batalla Por La Adoración Verdadera”. Puedes leer la primera parte aquí.

Algunos Cristianos dicen que durante nuestros días la Adoración en la Iglesia Cristiana se ha vuelto más mundana debido al uso en la Iglesia de nuevas formas, estilos y recursos que el mundo también usa. Dicen que algunos géneros y estilos son “eclesiásticamente aceptables” y que otros son “culturalmente aceptables, que están asociados con la “cultura mundana” que nos rodea, y que por tanto deben ser evitados por la Iglesia. Argumentan que los Cristianos deben ser “contra-culturales” y diferenciarse del mundo. Así que piensan que la Iglesia nunca debe usar estos estilos y formas que el mundo también usa. Mientras más investigo, me doy cuenta que esta forma de ver la adoración y la vida Cristiana está muy fundamentada en la teología del Antiguo Testamento. Creo que hay un mal entendimiento de la esencia de toda la Biblia aquí - del Evangelio mismo; lo que Cristo vino a cumplir a través de Su vida y sacrificio propiciatorio, que fueron perfectos.

El primero problema que veo con esta perspectiva es que ignora completamente el hecho de que todo lo que usamos en la Iglesia hoy día, aún las cosas que hoy son “eclesiásticamente aceptables” fueron parte de alguna cultura en algún momento de la historia. El hombre cambia, las culturas cambian, las formas cambian, los estilos cambian, los tiempos cambian, las Iglesias cambian, pero la Palabra de Dios nunca cambia (Malaquías 3:6; Marcos 13:31, Lucas 21:33, Santiago 1:17); y es por esto que nosotros no determinamos lo que hacemos o no hacemos por lo que es “culturalmente aceptable”, ni tampoco por lo que es “eclesiásticamente aceptable”, sino por lo que toda la Revelación de Dios enseña como bueno y aceptable.

Segundo, algunos dicen que si hacemos lo que la cultura hace, entonces estaríamos haciendo de la cultura nuestro estándar y lo que gobierna la Iglesia. Eso es absolutamente correcto, la cultura no determina lo que creemos y practicamos. Pero yo también diría que esto funciona de la misma manera en sentido contrario. Si no hacemos lo que la cultura hace, sólo porque la cultura lo hace, simplemente por ser contra-culturales, entonces también estamos haciendo de la cultura nuestro estándar y marco de referencia para determinar nuestras decisiones. Así que, esto no resuelve el problema, es sólo un atajo hacia el mismo lugar. Cristianos no tratan de ser diferentes de la cultura sólo por ser contra-culturales o revolucionarios; no seríamos nada diferentes de los rebeldes políticos. Somos diferentes porque Cristo nos hace diferentes. Cristo transforma nuestras vidas y conforma nuestras mentes, corazones y acciones de acuerdo a Su Palabra. Así que nuestro estándar es lo que la Biblia dice, no lo que el mundo hace o no hace.

Tercero, como dije antes, hemos malentendido el Evangelio si estamos tratando de vivir el Cristianismo hoy y hacer la vida de Iglesia como si fueramos “Old Covenant-people” (Pueblo del Antiguo Pacto). Somos “Gospel-people” (Pueblo del Evangelio), “New Covenant-people” (Pueblo del Nuevo Pacto). Nunca debemos olvidar que nosotros vivimos de este lado de la cruz. El Mesías que habría de venir, Aquel en quien todo el pueblo del Antiguo Testamento esperaba por cientos de años, Aquel hacia quien apuntaban todas las prescripciones de la ley, Aquel en quien se cumplieron todas estas prescripciones (Mateo 5:17), ya vino a nosotros. Nada es más importante para nosotros hoy, que entender y vivir el Evangelio. Y para esto necesitamos entender correctamente la esencial transición que se dió del Antiguo Pacto (La Ley) al Nuevo Pacto (La Gracia).

Algunos Cristianos parecen aferrarse a prácticas y prescripciones que Dios les dió a Israel para que fueran llevadas a cabo por ellos cuando adoraban en el Antiguo Pacto. Dicen que estas prácticas deben ser llevadas a cabo por nosotros hoy en un sentido espirítual para adorar a Dios de una manera digna. Cosas como: El lavamiento de ropas (Exodo 19:10), el lavamiento de los Sacerdotes para consagrarse al Señor (Exodo 29:4), el lavamiento de los animales que serían presentados como ofrendas al Señor (Exodo 29:27), el lavamiento de las manos y pies de los Sacerdotes antes de entrar a ofrecer un sacrificio al Señor, para que no murieran (Exodo 30:19-20), la “ropa santa” de los Sacerdotes para la adoración, para belleza y gloria, para ser consagrados al Sacerdocio del Señor (Exodo 28:1-3), etc; estas prácticas parecen ser Su foco en la adoración. De manera que estos hermanos dicen que los Cristianos debemos ser diferentes al mundo, y por tanto debemos lavarnos a nosotros mismos de la “mundanalidad” que nos rodea, así como el pueblo de Israel lo hacía. Así que cuncluyen que logramos esto usando diferentes ropas, diferentes cortes de pelo, diferentes estilos de música, y formas, para lograr ser un pueblo santo y distinto para Dios.

Estas prácticas son bíblicas, están en la Biblia, especificamente en el Antiguo Testamento. Pero debo preguntar, es esta la manera como debemos ver estas prácticas siendo nosotros “New Covenant-people” (Pueblo del Nuevo Pacto)? Es esta perspectiva consistente con toda la Revelación de Dios? Bueno, creo que esta perspectiva es inconsistente con “el todo” de la Biblia, y de hecho contradice algunas cosas que Dios ha revelado en ella.

Vemos a Dios en el Antiguo Testamento ordenando a Israel que de hecho se vea diferente a las demás naciones, a no imitar sus costumbres y sus prácticas (Levítico 18:3). Dios les dió una diferente cultura, idioma, comida, dieta, código de vestimenta, etc (Exodo 12:9, 15, 20, 43, 48; Levítico 19:19). Dios quería dejar bien claro que ellos eran diferentes al mundo, porque pertenecían a Jehová. Ellos no eran simplemente una nación más, eran Su pueblo, y por tanto se verían diferente. Sin embargo, el problema con ver la adoración y la vida Cristiana de esta forma hoy, es que pasa por alto el propósito de estas prescripciones del Antiguo Pacto. Esta perspectiva se enfoca en las cosas equivocadas, y le da poca importancia a las que de hecho son esenciales.

Los rituales practicados por Israel en Su adoración, como el lavamiento de las manos y pies, lavamiento del cuerpo para entrar a la presencia de un Dios Santo, los sacrificios de corderos para Dios, usar “ropas santas”; estas cosas apuntaban hacia una realidad mayor, al Gran Sacrificio, a Jesus, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Cristo vino a cumplir completamente la ley (Mateo 5:17) y El logró lo que vino a hacer. Y cuando dijo “consumado es!” (Juan 19:30), todo estaba completo. No necesitamos lavarnos a nosotros mismos más, no tenemos que lavar nuestras manos y pies para adorar a Dios, ni tenemos que usar una ropa diferente para adorar. Jesus es quien nos limpió, El ya nos lavó. Somos completamente limpios delante de Dios (Hebreos 10:4), por lo que Cristo hizo por nosotros. El es nuestra “ropa santa”, El es nuestro sacrificio. El proveyó la rectitud y santidad que necesitamos para pararnos frente al Padre perdonados y limpios, y no hay nada que podamos hacer para agregar a Su gran obra de gracia (Efesios 2:9). Estas prácticas no fueron hechas para siempre. Dios ha hecho a Su pueblo diferente, haciendo por ellos algo mil veces más grande que esas cosas físicas; El envió a Su propio Hijo a hacerlo por nosotros, y ha puesto Su Espíritu Santo dentro de nosotros. Ser lavado por Cristo y tener Su Espíritu morando dentro de mí, es muchísimo mejor que mi esfuerzo patético e insuficiente por ser bueno en mí mismo. Gloria a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros en Cristo Jesús.

Este es el mensaje que aprendemos de Cristo mismo en los Evangelios. Es lo que aprendermos de Pablo en sus cartas a las Iglesias. La ley apuntaba a una realidad más grande, apuntaba a Cristo; el propósito de la ley era conducirnos a Cristo (Gálatas 3:24), no que continuáramos en ella para siempre. El apóstol Pablo amonestó a creyentes que habían conocido esta gracia (El Nuevo Pacto) y estaban tratando de volver a vivir de acuerdo a las obras de la ley (El Antiguo Pacto) (Romanos 2:25-29; 3:28-30; Gálatas 2:11-21; Gálatas 3, y Colosenses 2); ellos no habían entendido bien, estaban pasando por alto el Evangelio, la esencia de la Biblia, la esencia del Cristianismo, y nosotros pudieramos pasarla por alto también.

Qué dice el Nuevo Testamento acerca de la manera en que debemos ser diferentes al mundo? Creo que la Biblia es clara en esto. En Gálatas 5:1-6, Pablo escribe acerca de la libertad que tenemos de la ley en Cristo Jesús. Pablo dice:
“Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud. Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. De Cristo os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído. Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.”

Inmediatamente después de esto, Pablo nos da una lista de virtudes y valores que son completamente contrarios a la forma de pensamiento y estilo de vida de este mundo, y que todos nosotros los Cristianos debemos practicar; estas cosas deben ser el distintivo que diferencie a los discípulos de Jesús de los discíplulos de este mundo. Pablo escribe:
“Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:16-25)

1 comment:

  1. Amén. Gracias por estas palabras que ministran mucho mi vida.
    Sigan haciendo estos artículos, son muy buenos.
    Desde Chile les anímo a seguir con esta labor, que es la de presentar con temor y pasíon la palabra inerrante de Dios.

    Bendiciones

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